Un estudio realizado por SallyMorris, prestigiosa autora en elámbito de la comunicación cientifica demuestra que en realidad las editoriales son más permisivas que lo que los autores piensan o creen.
El trabajo realizado para el Publishing Research Consortium, une un análisis del último informe del ALPSP *Scholarly Publishing Practice 3* y la opinión de 1163 autores. Este último fue realizado a través de una encuesta en línea, donde se compara lo que los editores le permiten hacer a los autores con las diferentes versiones de sus manuscritos, y lo que los autores quieren hacer y lo que creen les permiten hacer los editores. Para ambas versiones del manuscrito (la enviada y la aceptada), una mayoría de editores permite el envío de copia a colegas, que se incorporen a los trabajos propios, subirlos en la web personal o departamental, depositarlo en un repositorio institucional, y usarlo como material en el dictado de cursos; además, solo un 50% permite subirlo a un repositorio temático. Sin embargo, la mayoría de los autores desconocen esto, y piensan que no pueden hacerlo porque estarian infringiendo los acuerdos con las editoriales. Por otro lado, los autores en general, prefieren disponer de la última versión en PDF de la editorial (con la marca de agua) pero solo un 10% de las editoriales permite su uso, seguramente por miedo al impacto en la disminución de las suscripciones a largo plazo. Es aquí donde se produce el conflicto entre lo permitido y los hábitos de los autores.Pero es bueno recordar que un 70% de las editoriales permite el uso de la versión final sin marca de agua de la editorial.
Una de las preguntas que surge es: ¿Por qué los autores no tienen claro los acuerdos con las editoriales? La respuesta que surge es que no se utilizan términos normalizados para referirse a las distintas versiones del manuscrito en los acuerdos, tales como señala las recomendaciones del grupode trabajo de NISO.
La ambigüedad ayuda a no dejar claras las posiciones, una batalla a dar a las editoriales.
Todo esto indica que hay que trabajar intensamente con los autores, y como resalta Harnad las universidades deben informar a sus docentes e investigadores sobre estos temas.
Mientras tanto los bibliotecarios pueden ir focalizando la atención que el tema merece dentro de sus instituciones, concientizando a las autoridades e informando a los autores.
Fuente: Nancy Gómez, mensaje a la Lista Bibunar
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