Artículo publicado en el sitio de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 27 de julio de 2012
Casi diez años después del inicio del Open Access Initative, en el 2012, la comunidad científica ha logrado el apoyo público para abrir sus investigaciones a todos. Inglaterra en particular, y ahora la Unión Europea, han decidido que los estudios científicos financiados con fondos públicos deben ser de libre acceso a la ciudadanía, cambiando así las reglas que hasta ahora imponen las casas editoriales.
Acceso Libre
Antes de la masificación de Internet, e incluso hasta hoy, para que los lectores puedan acceder a algunos artículos científicos es necesario pagar una suscripción a una revista que recopila dicha información.
Las revistas que son de interés para los investigadores son aquellas que cuentan con factor de impacto, índice desarrollado y administrado por el grupo editorial Thomson Reuters, grupo que publica anualmente el Journal Citation Reports. En algunos casos los investigadores interesados en masificar su conocimiento deben pagar a las revistas o casas editoriales para que el material salga publicado.
Este es el modelo de negocios tradicional que ha fundamentado el prestigio tanto de las revistas científicas como de los estudios que en ella se consignan. Dicha reputación se fundamenta también en que las casas editoriales aportan un valor agregado, garantizando que los artículos que se difunden en cada edición han sido revisados por especialistas en la temática del estudio en cuestión y no están relacionados con el autor (no tienen conflicto de intereses), a través del sistema de “revisión de pares” o “peer review”.
En la mayoría de los casos, las universidades y centros de investigación en los que los autores desarrollan sus trabajos, deben pagar altos montos por suscripciones a las revistas y bases de datos que publican los artículos que fueron desarrollados a su alero.
En la década de los 90, el aumento de costos de suscripción fue exponencial, esto y la masificación de Internet, dio origen a una nueva tendencia denominada acceso libre (Open Access Initiative, OAI), promovido por la Open Society Foundation, a través de la declaración de Budapest el año 2002. La iniciativa promueve la disponibilidad gratuita y pública en la red de contenidos, permitiendo la lectura, la descarga, copia, distribución, impresión, búsqueda o enlace a los textos completos, sin barreras económicas, legales o técnicas.
Así los usuarios (lectores) pueden acceder al conocimiento sin tener que pagar por ello ni tener que entregar información personal (registrarse). Este modelo implica que los usuarios no tan sólo pueden consultar los artículos, sino también están facultados para descargarlos, copiarlos, imprimirlos, distribuirlos, por supuesto haciendo respetar los derechos de autor.
El acceso libre opera de dos formas:
Las revistas que son de interés para los investigadores son aquellas que cuentan con factor de impacto, índice desarrollado y administrado por el grupo editorial Thomson Reuters, grupo que publica anualmente el Journal Citation Reports. En algunos casos los investigadores interesados en masificar su conocimiento deben pagar a las revistas o casas editoriales para que el material salga publicado.
Este es el modelo de negocios tradicional que ha fundamentado el prestigio tanto de las revistas científicas como de los estudios que en ella se consignan. Dicha reputación se fundamenta también en que las casas editoriales aportan un valor agregado, garantizando que los artículos que se difunden en cada edición han sido revisados por especialistas en la temática del estudio en cuestión y no están relacionados con el autor (no tienen conflicto de intereses), a través del sistema de “revisión de pares” o “peer review”.
En la mayoría de los casos, las universidades y centros de investigación en los que los autores desarrollan sus trabajos, deben pagar altos montos por suscripciones a las revistas y bases de datos que publican los artículos que fueron desarrollados a su alero.
En la década de los 90, el aumento de costos de suscripción fue exponencial, esto y la masificación de Internet, dio origen a una nueva tendencia denominada acceso libre (Open Access Initiative, OAI), promovido por la Open Society Foundation, a través de la declaración de Budapest el año 2002. La iniciativa promueve la disponibilidad gratuita y pública en la red de contenidos, permitiendo la lectura, la descarga, copia, distribución, impresión, búsqueda o enlace a los textos completos, sin barreras económicas, legales o técnicas.
Así los usuarios (lectores) pueden acceder al conocimiento sin tener que pagar por ello ni tener que entregar información personal (registrarse). Este modelo implica que los usuarios no tan sólo pueden consultar los artículos, sino también están facultados para descargarlos, copiarlos, imprimirlos, distribuirlos, por supuesto haciendo respetar los derechos de autor.
El acceso libre opera de dos formas:
- Acceso abierto vía dorada: las editoriales (revistas electrónicas) ponen los artículos a libre disposición. Esto porque las revistas están totalmente bajo la modalidad OAI ó porque los autores de las investigaciones o las instituciones que las financian, pagan a la revista para que los artículos estén abiertos. La vía dorada insta a las instituciones a crear publicaciones electrónicas que permita a sus autores publicar en revistas bajo modalidad OA. El modelo ha evolucionado surgiendo grandes plataformas de publicación como SciELO, Open Journal Systems(OJK) o modelos mixtos como Higwire Press. La modalidad de financiamiento es a través de aportes institucionales o por pago de los autores. La tendencia es también a que los artículos sean revisados por pares, ya que también muchas de las revistas electrónicas de acceso abierto cuentan con factor de impacto, además del ingreso a la escena del factor de impacto desarrollado por Google Scholar. Mayoritariamente las revistas mantienen los derechos de publicación, es decir, los autores cargan las versiones previas o finales de sus investigaciones, pero las editoriales deciden cuándo publicarlas.
- Acceso abierto vía verde: la vía verde promueve el desarrollo de repositorios institucionales públicos, dónde los autores almacenen sus artículos. Esta vía tuvo un enorme impacto cuando el Massachusetts Institute Techonology (MIT) decide poner a disposición pública todo su acervo documental a través de su repositorio, a la vez de liberar el software DSPACE desarrollado en conjunto con Hewlett-Packard, estimulando la aparición de grandes repositorio como Arxiv y consorcios como Open Doar. Un segundo impacto fue que obligó a los grandes grupos editoriales a flexibilizar sus políticas sobre el depósito de artículos en repositorios.
Un prejuicio que existe hasta hoy, aún cuando las revistas científicas de OAI aparecieron a principios de 1990, es que aquellas publicaciones más prestigiosas tienen un acceso relativamente abierto, es decir, se puede acceder al resumen de su contenido pero para leer el estudio completo es necesario suscribirse pagando.
Al respecto se han desarrollado investigaciones que indican que en un primer momento la calidad de los artículos estaba influida por su acceso, no obstante, hoy esta diferencia se ha ido minimizando. Esto se ha comprobado, principalmente por el uso que se da este material, puesto que hoy tanto los estudios de OAI como los que se adquieren por suscripción, son citados con similar regularidad. E incluso, los organismos que financian el trabajo de los investigadores han comenzado a exigir como condición que el resultado de estos trabajos sea publicado libremente.
Haciendo un poco de historia, la desconfianza fue la tónica de la década de los 90 cuando sólo las publicaciones relacionadas con Internet se atrevían a difundir sus contenidos por OA. Luego las investigaciones científicas, principalmente las relacionadas con el mundo de la medicina se atrevieron a dar el paso.
Actualmente las revistas bajo OAI son tan valoradas como sus antecesoras. Aún más luego que comenzara a consolidarse un nuevo modelo de negocios puesto que el tradicional se basaba en la cancelación de suscripciones. Hoy el pago de parte de los autores a las casas editoriales es la principal forma de financiamiento. Las tarifas varían de acuerdo al tipo de revista o repositorio, según sea la vía que se elija, pero sólo para tener una referencia, en Estados Unidos en el 2010, se cobraba entre dos y tres mil dólares por publicación, siendo el promedio unos 900 dólares.
Al respecto se han desarrollado investigaciones que indican que en un primer momento la calidad de los artículos estaba influida por su acceso, no obstante, hoy esta diferencia se ha ido minimizando. Esto se ha comprobado, principalmente por el uso que se da este material, puesto que hoy tanto los estudios de OAI como los que se adquieren por suscripción, son citados con similar regularidad. E incluso, los organismos que financian el trabajo de los investigadores han comenzado a exigir como condición que el resultado de estos trabajos sea publicado libremente.
Haciendo un poco de historia, la desconfianza fue la tónica de la década de los 90 cuando sólo las publicaciones relacionadas con Internet se atrevían a difundir sus contenidos por OA. Luego las investigaciones científicas, principalmente las relacionadas con el mundo de la medicina se atrevieron a dar el paso.
Actualmente las revistas bajo OAI son tan valoradas como sus antecesoras. Aún más luego que comenzara a consolidarse un nuevo modelo de negocios puesto que el tradicional se basaba en la cancelación de suscripciones. Hoy el pago de parte de los autores a las casas editoriales es la principal forma de financiamiento. Las tarifas varían de acuerdo al tipo de revista o repositorio, según sea la vía que se elija, pero sólo para tener una referencia, en Estados Unidos en el 2010, se cobraba entre dos y tres mil dólares por publicación, siendo el promedio unos 900 dólares.
Financiamiento público
Uno de los grandes temas de la divulgación científica ha sido la participación que tienen los entes públicos en su financiamiento. En este contexto surge la pregunta ¿por qué una casa editorial puede beneficiarse de una investigación que ha contado con fondos públicos para su realización? De allí surge la idea de posicionar el OAI como única plataforma.
Caso británico
En Inglaterra, se ha generado un movimiento en pro del OAI. Un estudio de la Universidad de Manchester recomendó que las investigaciones financiadas por el Estado debieran estar a disposición de todos. Esto luego que se analizara en profundidad el negocio de las suscripciones de revistas científicas y su contraparte abierta, contraponiendo los costos y beneficios de ambos modelos.
A partir de ello, el gobierno británico estableció que dentro de dos años todos los estudios científicos que hayan sido financiados con dineros públicos deberán ser de acceso gratuito.
La propuesta establece que las universidades sigan pagando a las revistas especializadas por publicar los artículos de sus investigadores, pero que éstas no podrán obligar al público a cancelar por acceder a la lectura de estos textos. Actualmente las universidades –principales emisores de conocimiento científico-desembolsan unos 255 millones de euros por año en divulgación.
Frente a ello, el Estado ha decidido cancelar unos 64 millones anuales de euros –provenientes del presupuesto destinado a ciencia- a las casas editoriales que funcionan bajo los estándares tradicionales (suscripciones pagadas) que deberán derivar al sistema OAI. Así las revistas científicas publicarán los artículos en sus páginas automáticamente, y podrán solicitar al Gobierno un reembolso por los gastos que significó dicha publicación (vía dorada).
Este enfoque ha sido apoyado mayoritariamente por la comunidad científica, sin embargo, se ha criticado que el mundo pueda acceder gratis a los artículos pagados por los contribuyentes británicos (que aportan con el financiamiento público) pero éstos deberán seguir desembolsando para leer investigación de otros países.
UE
Siguiendo a Inglaterra, la Comisión Europea ha anunciado que los estudios científicos financiados con fondos públicos de la Unión Europea (UE) deberán ser de libre acceso a partir del 2014.
Asimismo, esta instancia ha recomendado a los países miembros hacer lo propio, tal como lo está planteando Inglaterra. El objetivo es que al 2016 al menos un 60% de los estudios pagados con fondos públicos europeos sean OAI.
La citada comisión informó el 17 de julio de 2012 que las investigaciones que sean canceladas entre el 2014 y el 2020 dentro del programa Horizonte 2020 (fondo para la investigación científica), deberán pasar al sistema OAI. Este fondo dedica unos 80 mil millones de euros a investigación y desarrollo.
La idea es que se abran los artículos por la vía verde, de manera de obligar a los investigadores a enviar sus artículos a un repositorio público en un plazo máximo de 6 meses. La excepción serán los estudios relacionados con las ciencias sociales que tendrán que remitir la información, a más tardar en 12 meses.
De seguro esta tendencia europea se replicará en otros continentes. Esto porque la penetración de Internet y la tendencia a masificar la información es una camino sin retorno en un mundo globalizado.
Caso británico
En Inglaterra, se ha generado un movimiento en pro del OAI. Un estudio de la Universidad de Manchester recomendó que las investigaciones financiadas por el Estado debieran estar a disposición de todos. Esto luego que se analizara en profundidad el negocio de las suscripciones de revistas científicas y su contraparte abierta, contraponiendo los costos y beneficios de ambos modelos.
A partir de ello, el gobierno británico estableció que dentro de dos años todos los estudios científicos que hayan sido financiados con dineros públicos deberán ser de acceso gratuito.
La propuesta establece que las universidades sigan pagando a las revistas especializadas por publicar los artículos de sus investigadores, pero que éstas no podrán obligar al público a cancelar por acceder a la lectura de estos textos. Actualmente las universidades –principales emisores de conocimiento científico-desembolsan unos 255 millones de euros por año en divulgación.
Frente a ello, el Estado ha decidido cancelar unos 64 millones anuales de euros –provenientes del presupuesto destinado a ciencia- a las casas editoriales que funcionan bajo los estándares tradicionales (suscripciones pagadas) que deberán derivar al sistema OAI. Así las revistas científicas publicarán los artículos en sus páginas automáticamente, y podrán solicitar al Gobierno un reembolso por los gastos que significó dicha publicación (vía dorada).
Este enfoque ha sido apoyado mayoritariamente por la comunidad científica, sin embargo, se ha criticado que el mundo pueda acceder gratis a los artículos pagados por los contribuyentes británicos (que aportan con el financiamiento público) pero éstos deberán seguir desembolsando para leer investigación de otros países.
UE
Siguiendo a Inglaterra, la Comisión Europea ha anunciado que los estudios científicos financiados con fondos públicos de la Unión Europea (UE) deberán ser de libre acceso a partir del 2014.
Asimismo, esta instancia ha recomendado a los países miembros hacer lo propio, tal como lo está planteando Inglaterra. El objetivo es que al 2016 al menos un 60% de los estudios pagados con fondos públicos europeos sean OAI.
La citada comisión informó el 17 de julio de 2012 que las investigaciones que sean canceladas entre el 2014 y el 2020 dentro del programa Horizonte 2020 (fondo para la investigación científica), deberán pasar al sistema OAI. Este fondo dedica unos 80 mil millones de euros a investigación y desarrollo.
La idea es que se abran los artículos por la vía verde, de manera de obligar a los investigadores a enviar sus artículos a un repositorio público en un plazo máximo de 6 meses. La excepción serán los estudios relacionados con las ciencias sociales que tendrán que remitir la información, a más tardar en 12 meses.
De seguro esta tendencia europea se replicará en otros continentes. Esto porque la penetración de Internet y la tendencia a masificar la información es una camino sin retorno en un mundo globalizado.