La ciencia, un recurso público
Alejandra M. Nardi
Directora de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas. UNC. Profesora en la Facultad de Filosofía yHumanidades. UNC.
Desde hace muchos años se debate acerca de la brecha digital que separa a los países que disponen de acceso a las tecnologías de información (TIC’s) de aquellos que, por distintas razones, no tienen acceso o tienen un acceso limitado. Esta desigualdad no se soluciona solamente adquiriendo computadoras y accediendo a Internet, ya que los científicos de los países en vías de desarrollo se encuentran, en muchas ocasiones, imposibilitados de acceder al conocimiento generado por sus pares académicos. En consecuencia, una parte importante de la comunidad académica no puede acceder a revistas o libros científicos debido a su alto costo. Los siguientes números ejemplifican lo expresado anteriormente: el costo promedio de la suscripción anual de revistas sobre las ciencias químicas es de 3.500 dólares; para la ciencias exactas, físicas y naturales, de 1.800 dólares, y para la ciencias económicas, de 700 dólares.
Ésta es una de tantas razones de por qué un porcentaje cada vez más significativo de científicos e investigadores del mundo participa y respalda un movimiento que ha revertido el tradicional sistema de la comunicación científica. Quienes apoyan este movimiento expresan que la ciencia y sus resultados son un recurso público y como tal, el acceso a la literatura científica debe ser irrestricta con el propósito de ponerla al alcance de la comunidad internacional. Este movimiento se contrapone con el actual sistema de comunicación científica controlado por grandes empresas editoriales y ligado, en cierta medida, con los intereses económicos de las mismas.
Al movimiento antes mencionado se lo ha dado en llamar Iniciativa de Archivos Abiertos, que “promueve el libre acceso a toda clase de materiales científicos a través de Internet” (Darwin Palermo, 2008).
Las telecomunicaciones e Internet han posibilitado al mundo académico ordenar su producción intelectual, hacerla accesible y visible a sus colegas. Hoy en día, esta visibilidad se puede medir en número de repositorios o depósitos institucionales, archivos de pre-prints, repositorios de objetos de aprendizaje y directorios de revistas, entre otros. Según sea el caso, se podrá acceder al texto completo de artículos de revistas, revistas completas, actas de congresos, comunicaciones en conferencias, tesis doctorales, trabajos de maestrías, informes de investigación, capítulos de libros, working papers, publicaciones pre-print y post-print, presentaciones, cuadernos de campo, libros electrónicos, imágenes, fotos, videos, etcétera.
Orígenes. En 1991, Paul Ginsparg, físico del Laboratorio Nacional de Los Álamos (Los Alamos National Laboratory- www.lanl.gov ), desarrolló un archivo al que denominó arXiv, donde se encuentran disponibles actualmente 479.931 e-prints relacionados con la física, matemática, ciencias de la computación, biología cuántica y estadística. En 1996, la Universidad de Southampton pone a disposición de la comunidad académica internacional Repec-Research Papers for Economics. A junio del 2008 es posible acceder a 237 mil working papers, 344 mil artículos de revistas; 3.200 libros y/o capítulos de libros, entre otros documentos. Otro ejemplo que merece ser destacado es la Biblioteca Pública de Ciencia (Public Library of Science), organización sin fines de lucro fundada por un grupo de científicos altamente comprometidos con la comunidad académica internacional y que trabajan para que la literatura médica esté disponible en Internet en forma libre y gratuita.
Se podrían mencionar muchísimas universidades e institutos de investigación que han adherido a este movimiento de archivos abiertos, tales como las universidades de Cambridge, London, Manchester, Illinois, Michigan, Pittsburg, Barcelona, Complutense de Madrid, Chile, los Andes (Colombia), el Instituto Tecnológico de Massachusetts y el Instituto Smithsonian, entre muchos otros. Una lista completa puede consultarse en las páginas Web de OpenDOAR ; Registry of Open Access Repositories; D Space del MIT; Open Archives Initiative .
Por otro lado, las instituciones que han generado sus propios archivos digitales se integran a otras formando consorcios cooperativos, lo que permite al investigador localizar trabajos académicos buscando simultáneamente en cientos de repositorios. Tal es el caso de la Universidad de Michigan, que a través de su servicio OAIster, es posible consultar 16.655.812 trabajos digitales de 984 contribuyentes de distintos países del mundo.
Según el OpenDoar (directorio de archivos digitales), Estados Unidos, Alemania e Inglaterra son los países con mayor presencia. La representatividad de América latina y especialmente de Argentina es aún muy tibia. A pesar de ello, las universidades nacionales de Cuyo y Rosario, la Universidad Torcuato Di Tella y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, son algunas de las instituciones que han puesto libremente a disposición de la comunidad internacional su producción intelectual y académica.
La Biblioteca “Manuel Belgrano” de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, consciente de la importancia de este movimiento académico internacional, se encuentra desarrollando un proyecto con el propósito de diseñar su propio repositorio digital. Esta decisión permitirá ofrecer a la comunidad universitaria de la FCE una herramienta electrónica para publicar sus trabajos académicos en acceso abierto y en texto completo en Internet, como también garantizar el acceso perpetuo a los trabajos archivados mediante su almacenamiento en servidores seguros, recuperar su historia académica desde 1939 hasta el presente y mejorar la visibilidad de la facultad y sus autores en la red Internet.
La intención es también formar parte de los consorcios internacionales, lo que obliga a utilizar estándares tecnológicos tales como protocolos de metadatos y software para la administración de las colecciones digitales, todos ellos de código abierto (software libre).
El Movimiento de Archivos Abiertos beneficiará no sólo a los investigadores que trabajan en las universidades y en las instituciones científicas, ya que les permitirá, como lo expresa el filósofo norteamericano Peter Suber, “acelerar la investigación y compartir el conocimiento”, además de beneficiar a la sociedad en su conjunto, ya que en muchos casos la calidad de vida se encuentra directamente relacionada con los resultados de la investigación científica.
Fuente: La Voz del Interior